divendres, 27 de setembre del 2013

Empatía

La empatía es “la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. Sentir al otro en uno mismo. Es imaginar lo que el prójimo está viviendo en una determinada situación y saber intuir cómo éste se debe sentir. Permite ver la vida desde el prisma del otro y visualizarse a uno mismo delante de la misma vivencia.

Es ponerse en su lugar, es comprenderlo. Y una vez conseguido, actuar como nos gustaría que lo hicieran si nos encontráramos en esa situación. Hacer lo que está en nuestras manos para que los malos momentos dejen de serlo. Saber que actuando como lo hacemos podemos ayudar a mejorar la vida de la otra persona.

Ser empático es dar sin esperar recibir nada a cambio. Es apostar por el conjunto antes que por el individuo. Es no conformarse con el bienestar propio sino buscar el de un todo.

Este sentimiento nos hace más humanos, más vivos. Implica que la palabra solidaridad cobre sentido, que signifique actuar conjuntamente, como un sólido. Sacar de nosotros mismos lo mejor que llevamos dentro para el otro. Porque intuimos qué está viviendo y cómo le está afectando. Sabemos qué le mueve por dentro y queremos serle útil, llegar donde él no logra llegar.

Somos muchos y todos con aptitudes, capacidades, habilidades y recursos diferentes. Donde no puede llegar uno, debería poder llegar otro. Pero hay que querer llegar. Y el hecho de querer llegar no depende exclusivamente de las posibilidades de uno mismo sino también del trabajo que haya hecho, a lo largo de su vida, alrededor de un valor tan importante como la empatía. De la reflexión y el ejercicio constante alrededor de esta. De ponerse a prueba, de intentarlo, de acercarse y de sentirla.  


La falta de empatía implica que la posible ayuda sea ciega, que los consejos sean vacíos y que el problema se vuelva olvidadizo. 


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