Dices que la vida con ella es mucho mejor. Que te hace volar y sentir el mundo plenamente. Que te acompaña, que no estás solo y todo se vuelve intenso. Que controlas, sabes que solo es por un rato, claro, para pasarlo bien. Para reír y compartirlo con los colegas. Dices que es un juego, que a ti no te va a pasar nada. Pero luego, llegan los peros. Llegan las cosas que intentábamos no predecir. Y ya es tarde, ya no hay vuelta atrás. Lo darías todo por ella. Dejarías lo que tienes, y te perderías por ella. Por su juego, por su intensidad, por tu risa. Lo que nunca llegaría, se vuelve real. Eso que el miedo nos escondía, y que nos convencíamos que no nos tocaría, lleva demasiado tiempo esperando. El daño es irreversible y tus neuronas son ahora muy lentas. Ya no te reconozco.
¿Dónde está tu risa? ¿Cuántos gramos pesa tu alegría?